Cap. : LE TEMO A MAMÁ
Y una vez más ahí estaba esa sensación, ese miedo de que volviera a recaer en su enfermedad, no había pasado mucho tiempo desde la última vez, aún estaba acostumbrándome a ella en su estado natural. Es que en ocasiones sentía que era dos personas a la vez…descansaba una parte de ella, mientras la otra salía a la sociedad.
Aún no he comprendido del todo su esquizofrenia con un poco de trastorno bipolar. Lo que sí entendía claramente es que no solo a ella la estaba afectando, sino también a mí, me estaba consumiendo junto con ella. Había ocasiones en las que había pensado mudarme de casa. Pero… ¿Cómo dejaría a mis abuelos solos viviendo con ella?, ¿Y si les hacía algo?, ¿Y si mamá se suicidaba?, ¿Y si empeoraba su salud apenas se diera cuenta de mi abandono? No, yo no era capaz de alejarme, de dejarla “sola” continuaba siempre a su lado, pasara lo que pasara.
Vivíamos con mis abuelos, éramos 6 los que vivíamos en la casa de mi abuela, mis dos tíos solteros, aunque se la pasaban casi todo el tiempo trabajando, mis abuelos, mi mamá y yo. Mi abuelo es un tanto retador, siempre quería tener la razón aunque el supiera que no era así, mi abuela es muy pasiva, aunque también tenía su carácter, lo que más le molestaba era que tiraran la comida o les pegaran a sus animales, tenía muchos, perros, gatos, conejos, guajolotes, borregos, pájaros y hasta gallinas aunque la casa no estuviera adecuada para tener “criadero” siempre los tenía en casa, sin importar lo sucia o limpia que pudiera estar. Mi tío Miguel, era muy tranquilo, mientras no se metieran con su dieta y gimnasio no daba problemas, se la pasaba fuera, casi siempre le tocaba trabajar por temporadas lejos de casa, le gustaba más salir que estar ahí. Mi tío Juan era el “Chico problema” bebía mucho, todos los sábados y domingos se la pasaba de parranda, llegaba a bañarse, a veces comía, y ya no lo volvían a ver en el resto de la tarde noche, a no ser que le quitaran la camioneta los agentes de tránsito, lo asaltaran u otro tipo de situación que suele ocurrir en esos casos. Mi mamá se la pasaba en el centro, no tenía trabajo estable, ella era feliz vendiendo sus chicles y chocolates con una receta médica. Ella decía que si no se llevara la receta las personas no le comprarían, y “ganara” menos dinero al día. Y yo, yo trabajaba en una financiera como auxiliar administrativo. No me pagaban mucho pero por lo menos no era cansado. Había días en los que saliendo de trabajar me iba a visitar a mi querida amiga Juanita, cuando no estaba con ella salía con otros amigos o me iba a hacer un poco de ejercicio, llegaba tarde a casa, prácticamente a cenar y a dormir.